Llegar a Juana de Arco el año 2005 fue uno de mis primeros grandes logros como adulta profesional. Desde muy pequeña busqué mi independencia, y durante muchos años me quise ir a vivir sola, e irme de la casa de mis padres era la expresión final de esta inquietud. Reconozco que no partí hasta disponer de ciertas comodidades, pero llegar a este dpto fluyó porque así tenía que ser y cuando debía ser.
Hallé rápido este departamento, me instalé con todas mis posesiones y mis cachureos en sólo un fin de semana, y ya en una semana parecía que yo vivía ahí desde hacía mucho tiempo.
Verbalmente me apoderé del espacio. Lo llené de mi mundo, mis muchos totem de viajes, mis obsequios de la naturaleza, mi energía espiritual, todo mi ser se manifestó a través de los objetos que llenaron este hogar, y yo me arraigué fuerte a él.
Esta semana, después de casi 3 años, lo dejo. Y me cuesta pensar que ya no dispondré de mi espacio propio, lleno de mi mundo, y acogedor para mí.
Esta etapa también implica el desapego de muchas cosas materiales, las que ya tuvieron su tiempo de ser y deben tomar otro rumbo, y por supuesto, se me viene embalar y distribuir TODO lo que tengo, y no es poco.
La fecha de partir se vino encima, y alcancé a coordinar dos íntimas despedidas, la del viernes se retrata acá. Fue una ocasión muy especial porque invité a quienes han estado más cerca en mi vida en estos años, y quienes ya considero mi familia. Se les ocurrió fotografiranos en mis lugares favoritos de Juana de Arco, una excelente idea. Les agradezco hermanos de camino por acompañarme y por este adios.
Ya me espera otro rumbo, no dejo mi hogar con pena, el desapego es más fácil porque sé que me concretaré un sueño mucho más grande.
ADIOS JUANA DE ARCO, GRACIAS POR TODO
tu paz
